Las vestiduras del diácono en el rito bizantino.

Las diferencias entre estos ornamentos sacerdotales y los episcopales son apenas considerables y han quedado ya indicadas en su lugar. En cambio, creemos conveniente señalar las particularidades de los ornamentos diaconales. Son éstos: el stikharion, las epimanikia y el orarion.

El color está por regla general en concordancia con el del celebrante. Por lo demás, está casi siempre hendido de arriba abajo por los costados. Las dos partes están unidas, en este caso, por cintas o botones. Es también más estrecho que el del sacerdote y cae libremente hasta el suelo sin estar sujetado por un ceñidor. En una palabra, el stikharion del diácono se asemeja mucho a la dalmática latina, con la diferencia de que es más larga y se coloca directamente sobre el hábito eclesiástico, sin alba y sin ceñidor.

Las epimanikia del diácono en lugar de cubrir las mangas del stikharion, cubren las de la sotana o hábito eclesiástico.

El orarion. La estola diaconal lleva el nombre de orarion. Sobre el origen de este nombre no están de acuerdo los liturgistas. Unos lo hacen derivar de la palabra latina orare: orar, porque el diácono, cuya insignia peculiar es el orarion, dirige la oración colectiva de los fieles; otros, con Balsamon a la cabeza, la derivan del verbo griego oraó: ver, observar, porque el diácono es el encargado de velar por el buen orden de las ceremonias; otros, en fin, como Simón de Tesalónica, del verbo oraidso: embellecer, adornar, porque este ornamento, distintivo especial de los diáconos, simboliza la belleza de los ángeles cuyas funciones desempeñan aquellos. No es fácil, como se ve, hallar una explicación convincente y definitiva.

En la actualidad, el orarion es una banda de tela, ordinariamente de seda, estrecha y adornada de bordados; sobre ella está escrita la palabra hagios en tres direcciones y, a veces, se las reemplaza por tres cruces. El diácono lleva el orarion fijo sobre el hombro izquierdo, y le cae hasta los pies tanto por delante como por detrás. En momentos en que desempeña sus funciones litúrgicas más características, tomando con la mano derecha la extremidad delantera la levanta hasta la altura de la cara, en un gesto significativo de invitación a la oración.

Antes de comulgar, el diácono se coloca el orarion en forma de faja sobre la parte inferior del pecho, luego la cruza en medio de la espalda y, pasándola por sobre los hombros la vuelve a cruzar por delante del pecho, sujetando las extremidades dentro del pliegue que le rodea la cintura. Los simbolistas ven en esta ceremonia una invitación de lo que nos dice Ezequiel acerca de los querubines que están ante el trono de Dios: que se velan sus rostros ante la majestad divina, en señal de adoración y respeto. (Simón de Tesalónica, op cit., col. 381.)

A pesar de que el concilio de Laodicea (c. 22) reserva el orarion para los diáconos exclusivamente, hoy en día lo llevan también los clérigos menores, pero siempre cruzado de la manera que acabamos de indicar.


http://www.fatheralexander.org/booklets/spanish/templo_structura.htm#n11