Origen de la Solemnidad de todos los Santos.


El origen de esta Solemnidad se remonta al siglo IV. En Antioquía se celebraba una fiesta por todos los mártires el primer Domingo después de Pentecostés, relacionada con el triunfo Pascual de Cristo. En ese siglo fue introducida en Roma, lo atestigua el más antiguo Comes del conocido Códice de Wüzburgo, publicado por Dom Morin: Dominica in natale Sanctorum; más tarde es fijada por Bonifacio IV el 13 de Mayo, fecha de la dedicación del “Panteón” a la Virgen María y a todos los mártires tomando el monumento pagano el título de “Sancta Maria ad Martyres”. En aquel día por el lucernario de la cúpula se hacía caer una lluvia de rosas escarlatas. La idea de una Solemnidad colectiva y no sólo de los mártires fue abriéndose camino; Gregorio III erigió en san Pedro un oratorio expiatorio en honor de los Santos, tanto mártires como confesores, muertos por todo el orbe; puso un coro de monjes para que cada día en la Misa hicieran una especial conmemoración de todos los Santos cuyo natalicio se celebrase en aquel día en las diferentes iglesias de la catolicidad. En el 835 es pasada al 1 de Noviembre por Gregorio IV (simplemente, como refiere Juan Beleth en el siglo XIII, por motivos de facilidad: para ofrecer un refrigerio a todos los peregrinos que asistían, tras la recogida de la cosecha otoñal, dada la masiva asistencia para aquella ocasión). Sixto IV le añadió una octava.


Liturgia de la Misa

Antífona de Entrada: igual al Misal anterior -de 1962- (Sal 32,1)
Colecta: del Misal anterior
Primera Lectura y Evangelio: igual al Misal anterior
Sobre las ofrendas: tomada del Misal de París de 1738
Antífona de Comunión: igual al Misal anterior (Mt 5, 8-10)
Postcomunión: tomada del Misal de París de 1738

Otras Liturgias

Reflexión del “Sancta Sanctis”: lo que es santo para los que son santos, es lo que proclama el celebrante en la liturgia hispana y en la mayoría de las liturgias orientales en el momento de la mostración de los santos dones. Los fieles (sanctis) se alimentan con el cuerpo y sangre de Cristo (sancta).

Santos Padres

San Agustín, Sermón 304:
“También nosotros, hermanos, si amamos de verdad a Cristo, debemos imitarlo. La mejor prueba que podemos dar de nuestro amor es imitar su ejemplo, porque Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Según estas palabras de san Pedro, parece como si Cristo sólo hubiera padecido por los que siguen sus huellas, y que la pasión de Cristo sólo aprovechara a los que siguen sus huellas. Lo han imitado los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos.
Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rosas de los mártires, sino también los linos de las vírgenes y las yedras de los casados, así como las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su género de vida, ha de desesperar de su vocación: Cristo ha sufrido por todos. Con toda verdad está escrito de él que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”.

Bibliografía
-“Il Santo del giorno”, Edizioni San Paolo 8ª Ed 2005. Mario Sgarbosa y Luigi Giovanni. Torino
-Liber Sacramentorum, Card Schuster, OSB. Versión española de Victoriano González, OSB. Tomo IX. Herder 1948. Barcelona
- Año litúrgico Patrístico, Manuel Garrido Bonaño, OSB. Tomo 7. Fundación Gratis Date, Pamplona
-Año litúrgico, Jesús Castellano, CPL, 2005 1ª reimpresión de la 2ª Ed de 1996

Salvador Aguilera